lunes, 17 de octubre de 2016
Estaciones
Le miré y me dijo: _Escucha mis palabras e intenta recordarlas en el tiempo, "tan maldito es el que llora cuando es época de reir, como el que ríe cuando es época de llorar".
miércoles, 12 de octubre de 2016
Quizás!!!
QUIZÁS TODAS LAS VERDADES SEAN CIERTAS.... y sólo sufran de incompatibilidad entre algunas de ellas.
La debilidad a veces gusta de vestirse de FORTALEZA
Le llamó "perra", y yo en medio de la confusión no alcancé a entender lo que sucedía. Hasta que pasado un momento, me le acerqué a la agredida y pude notar cómo disimulando el ataque anterior, me preguntaba que había sucedido. Le llamó "perra" de la manera mas humillante y degradante posible, pero ella había decidido obviarlo.
Ella, la misma que desde hacía dos semanas había decidido ser mi Ángel y mi Demonio. Ella, que había decidido ser mi defensora y también mi juez. Ella, que sin mi permiso había decidido lastimar mi ego, y a través de la mas falsa sonrisa, había pretendido sin embargo, consolarlo.
Allí estaba esa mujer; a la que algunas veces odié y a la que tantas cosas quise gritarle en medio de profundos momentos de frustración. Allí estaba, sonriendo, disimulando lo que el gran jefe le había gritado desde la otra habitación.
Debí sonreir también, estoy segura de que debí sentir alguna especie de felicidad, como resultado irreversible de eso que llaman venganza. Pero no. No fue eso lo que sentí. De hecho, sentí una silenciosa tristeza. De ver su mentira caer. De entender que hasta los demonios tienen demonios a quienes temer.
Le dí la espalda. La escena me resultó repulsiva. No podía tolerar la inferioridad que me mostraba. Ahí estaba mostrandome su alma. Inevitablemente se había vuelto humana y vulnerable. Pero no fui capaz de ser entonces su consoladora. Yo no estaba dispuesta a la ambiguedad de papeles a la que ella acostumbraba. Una vez que me mostró su vulnerabilidad, el momento fue definitivo: A partir de ahora, yo también sería uno de sus demonios.
Ella, la misma que desde hacía dos semanas había decidido ser mi Ángel y mi Demonio. Ella, que había decidido ser mi defensora y también mi juez. Ella, que sin mi permiso había decidido lastimar mi ego, y a través de la mas falsa sonrisa, había pretendido sin embargo, consolarlo.
Allí estaba esa mujer; a la que algunas veces odié y a la que tantas cosas quise gritarle en medio de profundos momentos de frustración. Allí estaba, sonriendo, disimulando lo que el gran jefe le había gritado desde la otra habitación.
Debí sonreir también, estoy segura de que debí sentir alguna especie de felicidad, como resultado irreversible de eso que llaman venganza. Pero no. No fue eso lo que sentí. De hecho, sentí una silenciosa tristeza. De ver su mentira caer. De entender que hasta los demonios tienen demonios a quienes temer.
Le dí la espalda. La escena me resultó repulsiva. No podía tolerar la inferioridad que me mostraba. Ahí estaba mostrandome su alma. Inevitablemente se había vuelto humana y vulnerable. Pero no fui capaz de ser entonces su consoladora. Yo no estaba dispuesta a la ambiguedad de papeles a la que ella acostumbraba. Una vez que me mostró su vulnerabilidad, el momento fue definitivo: A partir de ahora, yo también sería uno de sus demonios.
Y el Tren, comienza su recorrido. Boleto en mano por favor.
Tengo la ligera impresión de que me encuentro viviendo una vida que no me pertenece. Sabrá Dios a quién se la he quitado.
Este pensamiento recurrente me surge de éstas ganas de no continuar, de no hallarme, de no entender cómo ver a través de estos ojos. No entiendo como amar con este corazón, ni mucho menos cómo añorar con ésta nostalgia.
Quisiera algún día despertar y descubrir que este fue un hermoso sueño, que viví para valorar mi verdadera vida.... Esa dónde hay un motivo y un camino a seguir. Donde la incertidumbre no se esconde entre las paredes para devorar la poca calma que aún conservo.
Próposito de vida le llaman, distracción de vacío le digo yo. De ese vacío que se siente cuando aun haciendo lo que amas, no logras ganar la batalla del tiempo que comienza a decirte que quizás la época de la celebración ya pasó. Que es hora de volver a la realidad, y que hasta el amor mas puro termina debilitado por el paso de lo cotidiano, de lo común, de lo invariable, de lo repetitivo, de eso que llaman rutina.
Es como la canción que un día escuchas y que podrías escuchar por una hora seguida; para que en un mes ya no puedas soportar escucharla una vez mas. Es como cansarse de lo bueno. Y que triste es saber que hasta de lo bueno nos cansamos.
No entiendo esta vida. No entiendo su jugada ni a sus jugadores. Tan absortos en sus rutinas, fingiendo estar vivos... Pero muriendo de a poco.
Si miras de cerca, todos están rotos, defectuosos. Todos guardan demonios que consiguen callar y de los cuales, a veces, pierden el control. Y es entonces cuando se muestran mas humanos. Es en el dolor y en la rabia donde el ser se muestra desnudo, y es su desnudez su mayor pureza.
Quizás sea eso, quizás este sea el motivo de mi completa incapacidad para vivir esta vida. La certeza de que no es en lo común donde habita mi destino. No son las religiones, ni las conspiraciones de poder; no son las tradiciones culturales, ni las expectativas familiares; no son los sueños, ni las metas que nos proponemos. Debe ser algo mas profundo, mas invisible, algo que guardamos en algún rincon de nuestra existencia. Y que se ha vuelto escurridizo a los corazones humanos.
Irremediable confrontación la que vivo, mientras la luz al final del túnel, se apaga. Y el tren, comienza su recorrido.
Este pensamiento recurrente me surge de éstas ganas de no continuar, de no hallarme, de no entender cómo ver a través de estos ojos. No entiendo como amar con este corazón, ni mucho menos cómo añorar con ésta nostalgia.
Quisiera algún día despertar y descubrir que este fue un hermoso sueño, que viví para valorar mi verdadera vida.... Esa dónde hay un motivo y un camino a seguir. Donde la incertidumbre no se esconde entre las paredes para devorar la poca calma que aún conservo.
Próposito de vida le llaman, distracción de vacío le digo yo. De ese vacío que se siente cuando aun haciendo lo que amas, no logras ganar la batalla del tiempo que comienza a decirte que quizás la época de la celebración ya pasó. Que es hora de volver a la realidad, y que hasta el amor mas puro termina debilitado por el paso de lo cotidiano, de lo común, de lo invariable, de lo repetitivo, de eso que llaman rutina.
Es como la canción que un día escuchas y que podrías escuchar por una hora seguida; para que en un mes ya no puedas soportar escucharla una vez mas. Es como cansarse de lo bueno. Y que triste es saber que hasta de lo bueno nos cansamos.
No entiendo esta vida. No entiendo su jugada ni a sus jugadores. Tan absortos en sus rutinas, fingiendo estar vivos... Pero muriendo de a poco.
Si miras de cerca, todos están rotos, defectuosos. Todos guardan demonios que consiguen callar y de los cuales, a veces, pierden el control. Y es entonces cuando se muestran mas humanos. Es en el dolor y en la rabia donde el ser se muestra desnudo, y es su desnudez su mayor pureza.
Quizás sea eso, quizás este sea el motivo de mi completa incapacidad para vivir esta vida. La certeza de que no es en lo común donde habita mi destino. No son las religiones, ni las conspiraciones de poder; no son las tradiciones culturales, ni las expectativas familiares; no son los sueños, ni las metas que nos proponemos. Debe ser algo mas profundo, mas invisible, algo que guardamos en algún rincon de nuestra existencia. Y que se ha vuelto escurridizo a los corazones humanos.
Irremediable confrontación la que vivo, mientras la luz al final del túnel, se apaga. Y el tren, comienza su recorrido.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)